Llámalo por su nombre

Historias de los que se atrevieron a gritar "libertad" en Cuba


Por Ray Pascual

Yandi Hernández: el joven al que el oficial Pupo le jodió la vida

Llámalo por su nombre - Yandi Hernández: el joven al que el oficial Pupo le jodió la vida

En Güira de Melena la gente se busca la vida como puede. En un pueblo rural como este, rastrojear es una opción viable para muchos.

Hombres como Yandi, se levantan bien temprano y se dirigen a las fincas de algunos campesinos de la zona, y esperan por el permiso de estos para empezar la labor. Desgajan los surcos, quitando la yerba mala y de paso recogiendo algunos productos que han caído de los árboles, los cuáles, por no ser de primera calidad, no serán ofrecidos por los campesinos a las cooperativas.

Por esta merma, dejan una muy pequeña suma de dinero a los campesinos, y marchan de ahí con aguacates, tomates y mangos, que serán vendidos a precios módicos a los pobladores del centro del pueblo.

Algunos otros, como es el caso de Nataly, la esposa de Yandi, cuelgan en su portal algunos percheros con ropa de niños y adultos, que ha sido usada, pero con mesura. La venden a un precio bastante asequible en este portal que se ha convertido en una tienda, y que es una práctica común en toda Cuba denominada venta de garaje.

Si usted visita la casa de Nataly, verá las perchas, unas pocas, y verá también, en el rostro de esta muchacha de treinta y tantos años, una angustia permanente. Cualquiera pensaría que el oficio de mantener a dos pequeños, en medio de una pobreza peculiar de las que se viven en estos pueblos de poca vida económica e industrial, es la razón.

Nataly extraña a su esposo Yandi Hernández Montes de Oca, le necesita. No concibe que por haber tomado las calles aquel 11 de julio de 2021, junto a centenares de manifestantes de la ciudad, su esposo sea culpable de delitos de desorden público, atentado, sabotaje de carácter continuado, daños y robo con fuerza. Menos aún asimila la sentencia conjunta de 13 años de privación de libertad.
Mientras los ciudadanos de Güira protestaban justo en frente de la sede del Poder Popular de Güira, Yandi Hernández estaba en casa viendo un partido de fútbol. No se inmutó en salir a pesar de que el bullicio invitaba, al menos, a curiosear.

Los manifestantes terminaron dirigiéndose a la estación policial de la ciudad, y de ahí al parque central. La protesta tenía un carácter pacífico hasta que el presidente de la República, Miguel Díaz Canel, apareció en televisión nacional y profirió un emblemático discurso que alteró el rumbo de la mayor protesta en la historia de la revolución post 1959. “¡A la calle los revolucionarios!!

Esta fue la voz de mando que movilizó a efectivos de la policía, de la seguridad del estado y de las tropas especiales de las Fuerzas Armadas, y los direccionó hacia el pueblo. La represión y el uso de la fuerza, incluso, de las armas, fue la medida presidencial con la que se determinó disolver la sinigual manifestación.

Los ciudadanos de Güira se desplazaron hasta las tiendas en moneda libremente convertible, y allí asaltaron en lugar, como protesta directa a esta política económica del estado, que no había hecho otra cosa que empobrecer aún más a los cubanos.
Yandi, quien había trasmutado su atención del partido de fútbol hacia el suceso más grande que habían presenciado sus ojos, observaba ahora a los manifestantes en la Tienda El Encanto, en donde algún manifestante golpeó la motocicleta del oficial Pupo de la Seguridad del Estado.

El 13 de julio, este oficial llegó a la casa de Yandi y Nataly, donde viven con sus hijos menores. Un operativo cargado de violencia efectuó la detención del joven de 29 años. El mismo Pupo prometió ese día “joderle la vida”.

El 6 de marzo del año siguiente, luego de varias inconsistencias e ilegalidades en su proceso como detenido, Yandi fue juzgado en el Tribunal del municipio capitalino 10 de Octubre. Desde un lugar de la sala, observaba Pupo. Desde el banco de los acusados, junto a otros 31, escuchaba Yandi.

Un falso testigo confirmó la pertinencia del oficial Pupo en cumplirle a Yandi la promesa hecha. “Yo lo vi tirarle piedras a la moto”, dijo el testigo. La defensa indagó sobre su localización en la fecha y horas de las protestas. El testigo indicó un lugar situado a kilómetros de distancia. La presión lo hizo revelar la verdad. “Miren, yo vine aquí porque el oficial Pupo me dijo que tenía que venir y decir eso”. El alboroto en la sala, evidencia de un fraude descubierto, fue prácticamente imposible de calmar.

Con lágrimas en los ojos Ivis recuerda cuanto su hijo la ayudaba. Ella piensa, ya no solamente, en que le faltarán viandas y hortalizas en su mesa, porque su hijo ya no puede salir cada mañana a buscar entre los surcos de los guajiros de la ciudad. Ahora también se preocupa por qué estará comiendo, cuan bien o mal estará durmiendo, y si su salud mental logrará rebasar aquel injusto encierro.

Sobre todo, esto último, porque Yandi Hernández tiene un expediente médico abierto en psiquiatría, por intentos suicidas desde su más temprana edad.

Esta sección está dirigida por el periodista independiente Ray Pascual.
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